miércoles, 4 de junio de 2014

El corazón flojo



El marcapasos de Laurita ya no funciona, parece que le hace falta aceite, su madre en desesperación y angustia va a la refaccionaria y pide muy discretamente un litro, el anciano con su poco oído que le queda, le llega a zumbar solamente la palabra litro, - de qué?- pregunta curiosamente, no puede perder monedas solo por dar un mal precio con producto equivocado, - de aceite- contesta la madre en susurro, -son esos- y señala el viejo, con su dedo artrítico aquel están donde hay desde aceites para motores, para maquinas de coser y hasta un poco de aceite quemado, la elección debe
ser insoportable, la madre de Laurita no sabe si usar el verde, el amarillo o el negro, es mejor que cheque las instrucciones de uso del marcapasos, sale de ese lugar asustadizo, lee las instrucciones de pies a cabeza, y como un buen contrato de mercado, en letras pequeñas casi invisibles dice, cerrar suavemente la tapa y hechar a andar con pequeños golpes en la espalda hasta que eructe, caminar.. tal parece que la mamá de Laurita no sabía como ponerlo a andar. Ahora Laura, es casi hueso, gusanos por doquier, y un olor putrefacto llena la alcoba de aquel corazón flojo que no funcionó.

Dama Azul.

1 comentario:

  1. El relato empieza muy divertido digamos, suena fantasioso pero al final se vuelve escalofriante y deja un sabor de boca muy particular.

    Me gusto.

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