lunes, 30 de junio de 2014

Angustia





Cuando son las dos de la mañana se comienzan a escuchar piedras rodando en la azotea, y pasa el gato corriendo y saltando, no se si sea susto o gusto, pero salta, y mi concentración se vuelve imaginación, y la angustia es mas terrible que el miedo, el miedo de que alguien pueda estar en la azotea jugando las piedras como canicas, o a lo mejor rayuela, y angustia de no poder subir y jugar con él o ella.

Dama Azul.

viernes, 20 de junio de 2014

miércoles, 18 de junio de 2014

Miedo-s

Despierto por segunda vez y quiero que todo esto sea un maldito sueño, que los demonios se encuentren otra vez debajo de la cama, pero me asomo poco a poquito, despacio, muy despacito y no hay nada, se escuchan ruidos en la cocina, creo que mamá les prepara un estofado, tiemblo, la vida esta allá afuera, las sombras, el sol, las nubes también, si salgo me sorprenderán otra vez con un beso o una patada en el trasero que es lo mas seguro. lloro de enojo, no había sentido tanto odio como lo siento por mi ahora, atravieso las cortinas y no hay nada en la cocina, ni en el escusado o el inodoro, no es en la azotea donde se escuchan los pasos y bombas de guerra, es aquí mi corazón que palpita, y mi cabeza que rebota, no se como decirles que se vallan, y que se emancipen de mi, no se como pedirles el divorcio.

Dama Azul.

jueves, 12 de junio de 2014

El río y las cuatro culebras

Aquellos varones habitaban en la tierra, aunque se creían dueños del cielo cuando las cascadas de agua caían para refrescar las vidas, pues dependía de su humor y estado de animo para saber que cuando las mentes se humedecían con cautela era por su alegría y cuando no desamparaban los oídos entre ondas estruendosas unas tras otras. Querían dominar, pero nadie les obedecían, querían atemorizar y pocos les temían. Querían ser vistos y escuchados, y era así como se mostraban, eran llamados los truenos. Si, ellos eran los de afuera, los extranjeros, los serranos.

Santa Inés, bella por el agua que corre, su espeso y ligero río Atoyac ambulante entre campos y cerros febriles poco calcinados, a cuestas con piedras que parecían diamantes al besar el sol y arena aterciopelada que tapizaban su agua cristalina. Santa Inés aun no dejaba de ser tan santa, las personas descalzas con sus rutinas hogareñas, con sus vaivenes y quehaceres, esperando el día en que el intercambio llegara y el dinero de sus pagas se gastaran, a lo mejor en ropa o en fruta que al llegar a sus bocas dejaba caer un liquido agridulce que contentaba la lengua. Día en que los serrano otra vez venían a vender sus ganados o su comida. Esta era la plaza de siempre, el lugar de siempre, el trueque de siempre, rutas y casa de siempre, niños, mujeres, hombres, hombres que esta vez fueron cegados por el placer.
Al terminar el día de plaza los habitantes del pueblo se aliaron con la noche, provocando a los serranos un sueño largo, profundo y duradero al lado de sus esposas. Así que mientras los serranos dormían, aquellos hombres envolvieron sus manos como serpientes entre las faldas de aquellas esposas indefensas tomaron sus piernas y abusaron de su aparente inferioridad. Cuando los serranos despertaron de ese sueño traidor enterados del suceso, enfurecidos y humillados, tomaron a sus esposas y las llevaron de regreso a sus tierras, sin antes advertir que el pueblo pagaría por la humillación a esas familias.

Cuando los serranos y sus esposas llegaron a sus tierras, entre gritos y susurros que maldecían pero que solo ellos entendían se reunieron en la noche y juntaron gran cantidad de palma que ocupaban para hacer sombreros, su mejor ganado de toros y de cuches, y miles de espinas tan finas, resistentes y afiladas que parecían agujas.
Tejieron con las manos, con los dedos, palma a palma, haciendo una especie de pequeño túnel. Los toros y los cuches fueron desmembrados y después unidos cada especie formando su propio cuerpo cada uno con una sola y gran cabeza, una sola piel y una sola cola, formando entonces dos cuerpos diferentes (uno de cuche y otro de toro). Las espinas fueron pegadas como escamas una a una con savia de brutales árboles. Esa noche, sus manos no dejaron de trabajar, terminado el trabajo, echaron a cada ser en sus hombros; serranos, sus esposas y niños, caminando hasta dejarlos posar en las profundidades del río y entre palabras desconocidas, ritos y hechicería, cada ser iba tomando vida y forma, eran cuatro feroces culebras que iban a vengar lo que aun no se resolvía… los cielos comenzaron a tronar…

Dama Azul.

miércoles, 4 de junio de 2014

El corazón flojo



El marcapasos de Laurita ya no funciona, parece que le hace falta aceite, su madre en desesperación y angustia va a la refaccionaria y pide muy discretamente un litro, el anciano con su poco oído que le queda, le llega a zumbar solamente la palabra litro, - de qué?- pregunta curiosamente, no puede perder monedas solo por dar un mal precio con producto equivocado, - de aceite- contesta la madre en susurro, -son esos- y señala el viejo, con su dedo artrítico aquel están donde hay desde aceites para motores, para maquinas de coser y hasta un poco de aceite quemado, la elección debe
ser insoportable, la madre de Laurita no sabe si usar el verde, el amarillo o el negro, es mejor que cheque las instrucciones de uso del marcapasos, sale de ese lugar asustadizo, lee las instrucciones de pies a cabeza, y como un buen contrato de mercado, en letras pequeñas casi invisibles dice, cerrar suavemente la tapa y hechar a andar con pequeños golpes en la espalda hasta que eructe, caminar.. tal parece que la mamá de Laurita no sabía como ponerlo a andar. Ahora Laura, es casi hueso, gusanos por doquier, y un olor putrefacto llena la alcoba de aquel corazón flojo que no funcionó.

Dama Azul.

martes, 3 de junio de 2014

Fe

Se desborda el edén, se clausura la lluvia, ya no se besan los pies en la última cena, parece que el Apocalipsis se termina. y cuando las cosas suceden sin querer que sucedan, las campanas comienzan a tronar, la fe por arte del espíritu santo nace otra vez, el templo es lo suficientemente grande para cubrir la granizada, o para ser el holocausto perfecto, ese en el que nadie se da cuenta que muere junto con su Dios, la oración no son mas que gritos al prójimo, la verdad es que Dios tiene la misma enfermedad que tuvo Beethoven y aún así melódicamente hizo grandes obras, la madre Tierra por ejemplo.

Dama Azul.

Bailemos..



En la sequedad
el horizonte
la llanura
la figura
de tu espalda.

En el vértigo
la soberbia
la sensatez
la savia
de tu boca.

En los pétalos
la lengua
el brazo
la erección
de tus manos.

En la costumbre
el silencio
la pradera
y magnitud
de tus gluteos.

En la desnudez
el disparo
el mercado
el regalo
de tu piel entera.

En el eco
la distancia
el vuelo
la vigilia
de tu ser

En el oído
el relámpago
el ensueño
la utopía
de tu alma.

Dama Azul.