domingo, 19 de abril de 2015

Zapatillas fluorescentes

— Oye Renata pero si me juraste que anoche irías a visitarme a la cama
— Pero si fui, solo que en las noches nadie puede verme, y en el día menos, soy un troll con cara de renacuajo
—Pues no te creo que puedas ser tan cruel como dice la gente, no te creo que juegues a las pelotas con los bebes ni que comas ranas o ratas, nada de eso, creo que debes tener la piel más bella que la de la princesa Diana
—Déjate de graciosadas Rubén, que no soy ni Narciso, ni soy su río, y pues si, de vez en cuando como la piernas de rana asadas con un poco de cebollin y ajo
—Deberías un día de estos invitarme una cenita, es más, podríamos ir volando en tu escoba, me pregunto ¿qué modelo será?, ¿será un modelo reciente?, o ¿es a caso un clásico? jajaja. Pero por qué me hablas y me hablas y no te veo?
—Te he dicho que nadie puede verme
—Pero ven, acuéstate aquí al lado mío, quiero al menos escuchar tus ronquidos y sentir tu nariz picuda jajaja..
—Has logrado que me sonroje, pero casi no ronco, solo cuando tengo hambre y me acuesto sin comer, algunas veces cuando estoy de suerte me como los pies de las personas mientras duermen jajaja
—Ya casi es noche buena y el vino me ha hecho efecto, ¿ves esa caja envuelta?, es para ti.

Pasada la media noche Renata habré la caja y encuentra un par de zapatos fluorescentes, los ata fuerte a sus pies, toma su escoba, la única que puede tocar sus piernas y vuela a casa.
Rubén se asoma a la ventana y mira aquella gran luciérnaga que da saltos de monte en monte.

Ally Cruz


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